miércoles, 24 de diciembre de 2008

No soy el grinch... pero por fin nos libramos de la "navidad"


No me molestaría que me compararan con ese verdúsculo amigo que odia tanto la Navidad, pero la verdad es que me alegra que a partir de hoy, este tipo de embotellamientos quedará en el olvido por al menos 11 meses y medio. Y menos mal que las economías del mundo están deprimidas, ¿no es cierto?

martes, 9 de diciembre de 2008

Asaditos y con sal (actualizada)


Subiendo sobre la 1ª Calle Poniente, en la esquina de enfrente del Banco Central de Reserva, se encuentra este pequeño puesto de asados. Pero no de carnes, sino de elotes, plátanos, riguas y otras delicias que como hervíboros disfrutamos en nuestro querido El Salvador.
El nombre de la señora se los debo, pero puedo recomendarles los plátanos asados que van sasonados con una pizca de sal. Cuestan unos 50 centavos de dólar. Por cierto, es mejor que vaya a pié. A propósito, no hagan mucho ruido porque la señora suele tomarse un descansito ya pasada la hora del almuerzo.
(Actualización)
La bolsita de plátanos asados cuesta 25 centavos de dólar y trae dos mitades, por aquello de los que se preguntaban la cantidad.

sábado, 6 de diciembre de 2008

La "Tutu" en la Sala Nacional de Exposiciones

A mediados del 2007 se montó una exposición de pinturas del artista salvadoreño Salvador Llort. Los cuadros en la exposición abarcaban gran parte de su vida, incluso desde que era muy pequeño y juguetón. La Sala Nacional de Exposiciones, si recuerdan, está situada a un costado del Parque Cuscatlán, ese enorme espacio que alberga algunas manzanas de vegetación, vestigio importante de cuando en El Salvador, se planificaba urbanísticamente.
Pues estábamos junto a mi compañero de Suplementos, esperando poder tomar fotos de la exposición, cuando entraron estos chiquitines que seguramente habían estado tragando polvo y humo en alguna parte del parque. Venían con su pelota, un poco sudados y luciendo una traslúcida capa de esa tierrita que uno coge cuando juega fút en un lugar como el que les mencionaba.
Venían de la Tutunichapa, esa comunidad donde muchos no piensan ir núnca en su vida y algunos ni siquiera saben que existe. Ellos si la conocen a lo largo y ancho. Nacieron en medio de cateos policiales, y crecieron haciendo malabares para no tener nada que ver con los malandros que pululan por el sector.
El más pequeño habrá tenido uno 8 años. No hablaba mucho, pero abría los ojos como dos pepas relucientes. Seguramente núnca había entrado a ese pequeño cuartito que se escondé a un lado de donde juegan fútbol religiosamente. El más grandecito, las hacía de guía. "A mí el que me gusta es este", les decía a los demás que lo acompañaban, mientras escuchaban otras explicaciones de ese perito de la plástica.
Lo que me llamó la atención, fue precisamente esa molestia que estos pequeños tuvieron para concocer uno de los espacios culturales con los que cuenta la capital, dejando de lado aún ese máscón tán importante de todos los días por la tarde.
Otros desentendidos en el resto del país, deberán esperar a llegar al bachillerato o la universidad, para que alguno de los estrictos profesores, les obliguen a entregar algún informe para alguna evaluación de cátedra que les asignará. Aún así entrarán por las puertas de la Sala a regañadientes y desearán nunca más volver a ese lugar.
Mejor aún, porque así le permitirán a estos entusiastas de los partidos de fútbol empolvados, poder regresar muchas veces más a contemplar por horas esos cuadros que nos relatan la pasión y dedicación que sus autores debieron impregnarles cuando las crearon. Estos mocosos son lo que consumen arte hoy y lo seguirán haciendo mañana.



domingo, 30 de noviembre de 2008

Vagando por el Teatro Nacional

Hoy tuve la oportunidad de acompañar a Mario y Caro, de Abracadabra, una compañía de títeres, que había montado la historia de los tres cerditos, en una versión muy actualizada. El espectáculo estaba programado para tener una tan sola presentación, pero debido a que nuestra gente, los que verdaderamente quieren consumir teatro, llegó en cantidad, se decidió concederles una segunda presentación a las 3 de la tarde. El público fue muy paciente y se aguantó un poco más. Paralelamente, el colectivo CLOWN, preparaba un desfile de payasos que partiría desde el Parque Libertad, pasando luego a la Plaza Barrios y terminando en la Plaza Morazán.
De regreso a la Pequeña Sala del teatro, los niños participaban de la obra, opinando sobre cómo regenerar al Lobo Feroz. "Cántenle una canción" se escucha en toda la sala y luego el lobo se convierte en el más manso de los caninos. En la Gran Sala, el Ballet Folclórico Nacional, danzaba desde El Carbonero, hasta el Zuk.
Sin lugar a dudas, el centro de San Salvador, volvió a ser el centro de atención de la cultura, por una tan sola tarde. Los medios de comunicación, brillaron por su ausencia. Quizá debido a que ya habían hecho su cierre, o quizá porque no habían saldos rojos o accidentes que lamentar.
Pero la Renegada que hago es esta oportunidad es que mientras grupos de danza, teatro, títeres y otros representantes de las artes escénicas, intentan volar por su cuenta, tenemos a la administración del Teatro, cobrándoles tarifas de primer mundo. Por la Gran Sala $1,200 y la Pequeña Sala tan solo $400 por hora de permanencia. Esto incluye el tiempo en que el grupo instala su equipo, ensaya la obra y desaloja el escenario. Hagan la cuenta por cuatro horas de trabajo y a esto le agregan que las funciones eran gratuitas, entonces las arcas de Concultura se llena más por lo que le sacan a estos Alfonsos Quijanos, que por la boletería vendida.
¿Será que soy yo quien no entiende esto porque en mi cartón de la U dice que tengo leche para escribir y no para entender lo administrativo? ¿Será que son los grupos los ingratos que quieren todo de "choto" porque le va tan bien que pueden pagar todas las salas de nuestra casa de las artes?
¡Vaya usted a saber!





viernes, 21 de noviembre de 2008

Cuando nadie cree tus "mentiras"

No sé que cara tengo cuando cuento las cosas, pero los que me conocen, no tenrminan convencidos de lo que les digo, hasta que se van de bruces con rebote y todo. Algunos no lo hacen con mala intensión, pero cuando les comentaba que una vez estuve en El Pital, ese bonito lugar que les mencionaba anteriormente y que tiene una elevación de 2,750 m.s.n.m, el punto más alto de El Salvador (y que lo conservamos gracias a que su propietario Arturo Portillo peleó solo cuando nos expropiaron los bolsones), logramos apreciar lo que se sentía estar a 4ºC (cuatro grados centígrados). Esta última vez, la temperatura no habrá bajado tanto, pero habremos estado a unos 12ºC con viento y lluvia. A pesar del incidente protagonizado por la entrada de un frente frío, la mayoría dice que se repetiría. Definitivamente son los hechos los que refuerzan las palabras. Mientras tanto seguiré disfrutando contando de esas "mentiras" cuanto pueda.

Así estaba cuando llegamos al cerro: Soleado, con un poco de calor y hasta cierto grado de humedad


Todos quisieran tener este clima, pero en El Pital, todo puede suceder. Estar soleado a una hora y a la siguiente soplando y lloviendo


Amigos como éste pueden observarse en El Pital. Hago énfasis en observar, por aquellos que suelen llevarse recuerdos de todos los lugares


Tu eliges por qué camino agarrar el frío


Cuando comenzaba a cerrarse el clima. Solamente nos hacía falta aquella señora que vivía en Blair

En Google Maps, lo encuentras pinchando aquí

martes, 18 de noviembre de 2008

Las primeras líneas en este Blog

No quería comenzar a postear renegando algo. Más bien lo haré recomendándoles que vistiten El Bosque Nebuloso de El Pital. Yo tengo varios años de ir periódicamente y cada vez que regreso, lo hago completamente recargado. Confieso que adoro el sufrimiento de acampar, aún teniendo la posibilidad de rentar una cabaña. Acampando lo conocí y a lo mejor así lo seguiré disfrutando a todas sus anchas. Aquí les dejo un par de imágenes de varias que publicaré a lo largo de este recurso electrónico literario de Blogger.